El desierto es terrible. La soledad se hace insoportable, la amenaza de serpientes y escorpiones lo convierten en un lugar amenazante a cada paso, el calor es simplemente agobiante, la falta de agua es algo totalmente angustioso.
Es peor aún cuando el final del desierto es un inmenso mar imposible de cruzar. Y el espanto se convierte en realidad cuando por detrás avanza a toda prisa un poderoso ejército al que no hay la menor posibilidad de vencer.
No hay salida. Lo dicho, terrible, el desierto es terrible.
Pero con Dios siempre hay esperanza. Dios obrará en su momento, el mar se abrirá y el poderoso ejército caerá. Solo existe, por lo tanto, una posibilidad, la de seguir caminando hacia el mar, por fe y no por vista, a la espera de que llegue el momento del milagro de Dios.
1 comentario:
Como dice en Hebreos 11 de Moises y que es el título de mi blog se sostuvo Como Viendo al Invisible..en el desierto nuestra esperanza es Dios. Saludos
Publicar un comentario