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¡Shalom amigos!

Este es un sitio creado por cristianos evangélicos, algunos de origen judío y otros no; de distintos países, que nos une el amor por Jesucristo el Mesías -Yashuah Ha Mashiah- e Israel.
Aquí compartimos experiencias, puntos de vista, relatos, curiosidades, historia, política, noticias, preocupaciones, y muchas otras cosas.
¡Bienvenidos!





08 noviembre, 2007

La Huella

Siempre que leo el famoso texto me sigue impresionando,
y también me ayuda mucho.
Hoy lo dejo por aquí.


Una noche un hombre tuvo un sueño,
soñó que caminaba
a lo largo de la playa
con el Señor.

En el cielo,
escenas de su vida
se proyectaban rápidamente,
y en cada escena notaba
dos huellas de pies en la arena:
una la de sus pies,
y a su lado,
la huella de los pies del Señor.

Cuando la última escena de su vida
pasó ante él, miró atrás,
a las huellas en la arena,
y se fijó que, muchas veces,
a lo largo del sendero de su vida
solamente había una huella,
y se dio cuenta que esto sucedía
en los momentos más tristes,
cuando se había sentido más solo,
en los peores momentos de su vida.

Entonces se empezó a poner muy triste,
y le preguntó al Señor:
Señor, tu me dijiste, una vez,
que caminarías todo el camino conmigo.
¿Por qué en los momentos
más difíciles de mi vida,
hay una sola huella en la arena?
¿Por qué, cuando más te necesitaba,
me dejaste solo?

A lo que el Señor le contestó,
con todo Su amor:
Hijo mío, yo te amo,
siempre te he amado y nunca te he dejado;
en esos momentos de tu vida,
cuando sólo has visto
la huella de unos pies,
es solamente porque
tú no tenías fuerzas para caminar,
y yo te llevaba cargado en mis brazos.

3 comentarios:

Asesor Homeschooling para Chile dijo...

Hermosísima historia con una imagen conmovedora: Dios cargándonos.

Escuché esta historia contada por un rabino, como un famoso cuento de la tradición oral judía.

¡Saludos hermanos!

ABEL ADAN dijo...

Al correo personal llegó ésto que quiero compartir.

EL PODER LA ORACION

Que Dios bendiga a todos ustedes que reciben esto...

Una mujer pobremente vestida, con un rostro que reflejaba derrota, entró a una tienda. La mujer se acercó al dueño de la tienda y, en la manera más humilde, le preguntó si podía llevarse algunas cosas a crédito (lo que conocemos como fiado). Con voz suave le explicó que su esposo estaba muy enfermo y que no podía trabajar; tenían siete niños y necesitaban comida. El dueño le gritó y le pidió que abandonara su tienda. Viendo la necesidad que estaba pasando su familia la mujer continuó:
-¡Por favor señor! ........-"Se lo pagaré tan pronto como pueda"
El dueño le dijo que no podía darle crédito ya que no tenía una cuenta de crédito en la tienda.
De pie cerca del mostrador se encontraba un cliente que escuchó la conversación entre el dueño de la tienda y la mujer. El cliente se acercó y le dijo al dueño de la tienda que él se haría cargo de lo que la mujer necesitara para su familia.
El dueño, de una manera muy tosca, preguntó a la mujer:
-"Tiene usted una lista de compras?
La mujer dijo: -"Sí señor".
-"Está bien" dijo el dueño.
-"Ponga su lista en la balanza y lo que pese su lista, le daré yo en comestibles".
La mujer titubeó por un momento y cabizbaja, buscó en su cartera un pedazo de papel y escribió algo en él. Puso el pedazo de papel, cabizbaja aún, en la balanza.
Los ojos del dueño y el cliente se llenaron de asombro cuando la balanza se fue hasta lo más bajó y se quedó así. El dueño entonces sin dejar de mirar la balanza y de mala gana, dijo:
-"¡No lo puedo creer!".
El cliente sonrió y el dueño comenzó a poner comestibles al otro lado de la balanza.
La balanza no se movió por lo que continuó poniendo más y más comestibles hasta que no aguantó más.
El dueño se quedó allí parado con gran disgusto. Finalmente, tomo el pedazo de papel y lo miró con asombro.... No era una lista de compra. Era una oración que decía: "Querido Señor, tú conoces mis necesidades y yo voy a dejar esto en tus manos".
El dueño de la tienda le dio los comestibles que había reunido y quedó allí en silencio. La mujer le agradeció y abandonó su tienda.
El cliente le entregó un billete de cincuenta dólares al dueño y le dijo:
-"Valió cada centavo de este billete".
Sólo Dios sabe cuánto pesa una Oración.

Dios les continúe Bendiciendo.

Anónimo dijo...

hermoza y verdadera