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¡Shalom amigos!

Este es un sitio creado por cristianos evangélicos, algunos de origen judío y otros no; de distintos países, que nos une el amor por Jesucristo el Mesías -Yashuah Ha Mashiah- e Israel.
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01 enero, 2008

Jesús, mi amigo

Una de esas decisiones que he tomado para el año 2008 es la de participar más en este extraordinario blog; quisiera hacerlo al menos una vez por semana. Y quiero comenzar copiando un texto que ya publiqué hace tiempo en "Spero Press" y en "El rincón de la libertad" y que, por decirlo así, quiero intentar que sea el que presida mi filosofía a la hora de escribir aquí en este 2008, porque es también (o intento que sea) la idea central de mi vida.

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Jesús, mi amigo

Podría escribir mal (posiblemente muy mal) de varias religiones (al menos tres) que llevan el calificativo de cristianas. Bueno, no de las religiones en sí, sino de determinados líderes de las mismas. Pero no es ese el tema de este artículo. Si lo menciono en este comienzo es para decir que esos encuentros negativos con dichos líderes religiosos, que evidentemente me llevaron a alejarme de ellos, lo que hicieron fue acercarme más y más a otro Líder, a Jesús. Entiendo que muchas personas han sufrido una crisis de fe, incluso un rechazo de la misma, por las experiencias negativas con el liderazgo de las religiones; lo entiendo, pero no lo comparto. Porque por encima de esos hombres, pecadores como todos, falibles como cualquiera, está Uno que nunca formó ni forma parte del pecado, Uno de jamás falló ni falla a nadie, Uno llamado Jesús.

De la Biblia, lo que más me gusta es el Nuevo Testamento; y dentro de éste, los Evangelios, porque me hablan del Personaje central de la historia, Jesús. Y a su vez, de los Evangelios, el que más me gusta leer es el Evangelio de Juan, porque muestra a un Jesús cercano a las personas, cercano a mí.

Es así como he podido ver que, en medio de mis búsquedas políticas, filosóficas, religiosas, personales, etc., Jesús me ha dicho una y otra vez "Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás" (Juan 6:35). Y ha sido El Quien ha saciado mi hambre y mi sed espirituales.

Han sido muchos los momentos de oscuridad que he pasado, donde no sabía que hacer, para donde ir. Y siempre Jesús ha estado ahí, diciéndome: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Juan 8:12). Por eso le he seguido, y le sigo, porque es el Unico que alumbra mi camino.

A veces me he sentido encerrado en determinadas situaciones personales y circunstanciales, llegando a venir a mi mente el pensamiento de "no hay salida". Pero sí, la hay, una salida provista por Jesús, que me dice: "Yo soy la puerta; el que por mi entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos" (Juan 10:9). Y así ha sido, porque Jesús ha sido la puerta abierta cuando parecía que todas se cerraban, una puerta que me ha conducido a los mejores pastos espirituales y personales.

Fue duro caer. Pero tal vez más duro fue sentir el dedo acusador, la mirada reprobadora y las palabras condenatorias de quienes deberían haberme ayudado a levantarme de la caída. Pero no así Jesús. Sentí que El me dijo: "Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas" (Juan 10:11). Y no me acusó, ni me reprobó, ni me condenó, sino que ayudó, me levantó y me rescató.

Me sentí muerto. Muerto espiritualmente, muerto sentimentalmente, tal vez incluso muerto anímicamente. Y Jesús estuvo ahí para asegurarme: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá" (Juan 11:25). Y, a pesar de mi muerte, El me dio vida, resucitándome a una vida nueva, a una nueva esperanza.

Sinceramente, llegó un momento en que consideré mi vida como un desierto en el que estaba perdido, sin saber que hacer, sin saber por donde ir. Pero Jesús me dijo "Yo soy el camino" (Juan 14:6) y me mostró la senda por la que caminar.

Casi perdí la fe, porque no tenía nada en que creer, nadie en quien confiar, y fue entonces cuando Jesús me mencionó: "Yo soy la verdad" (Juan 14:6). Y esa verdad que es El la creí y fue suficiente para mí.

No había objetivo para mi vida, y a veces, en las horas más bajas, pensé que tal vez mi vida ni tan siquiera tenía sentido. Pero me equivocaba, porque Jesús estaba a mi lado para decirme: "Yo soy la vida" (Juan 14:6). Y esa vida que es El me dio un nuevo objetivo y produjo un nuevo sentido a mi vida.

Pensé que mi vida era un yermo espiritual, del que nada bueno podría salir. Pero Jesús no pensaba lo mismo: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí, nada podéis hacer" (Juan 15:5). Y llenó mi vida de hermosos frutos.

Nunca he sido dado a tener muchos amigos. Y de parte de algunos de los que he tenido (al menos yo los consideraba como tales) en última instancia lo que he recibido ha sido una dolorosa traición. Para ser sinceros, llevo en mi alma muchas cicatrices (a veces todavía sangran) que, a pesar de que intento lo contrario, me hacen desconfiar mucho (posiblemente demasiado, lo reconozco) de la gente. Por eso cuando Jesús me habló, diciéndome: "Vosotros sois mis amigos" (Juan 15:14), me di cuenta de que en Jesús tenía un amigo en quien confiar, un amigo que nunca me traicionaría, un amigo que nunca me fallaría, un amigo que estaría a mi lado en las buenas y en las malas, en las duras y en las maduras, y que cuando más le necesitara no me daría la espalda, sino que me ayudaría a salir del atolladero.

Esa es mi experiencia con Jesús. No soy religioso, sino que soy, con mis muchos defectos, un seguidor de Jesús. Porque Jesús jamás me ha rechazado, sino que, aún en las peores horas de mi vida, me ha dicho: "Al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6:37).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jesus, nuestro amigo FIEL.