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21 abril, 2009

El Destino de los Musulmanes

¿Provee Dios alguna esperanza?


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La Biblia profetiza que Dios derramará juicio sobre las naciones árabes en los tiempos del fin por su hostilidad hacia los judíos y por sus intentos de reclamar como propia la patria judía. Considere por ejemplo Joel 3:19. Este pasaje tiene un claro contexto del tiempo del fin y, en ese contexto, dice: “Egipto será destruido, y Edom será vuelto en desierto asolado, por la injuria hecha a los hijos de Judá; porque derramaron en su tierra sangre inocente”.

Mantenga en mente que Edom es usado a menudo como un término simbólico para todos los pueblos árabes, así como Israel es usado como un término para todas las tribus judías. Ezequiel dice que “todo Edom” será tratado en los tiempos del fin debido a su odio contra los judíos y a su lujuria por su tierra (Ez. 35:10-11 y 36:1-7). El resultado será la desolación de los estados árabes (Ez. 35:15). El libro de Abdías profetiza un destino similar para Edom en “el día del Señor” (Abdías 15-18).

Parte de esta destrucción va a tomar lugar en las guerras del Salmo 83 y Ezequiel 38, muy probablemente antes de que empiece la Tribulación. Pero estas guerras afectan sólo a las naciones en el Medio Oriente. La vasta mayoría de musulmanes vive en naciones fuera del Medio Oriente.

El Juicio de la Tribulación

Creo que los musulmanes en otras partes del mundo, como Pakistán, Bangladesh e Indonesia probarán la ira de Dios al comienzo de la Tribulación cuando rechacen aceptar al Anticristo europeo. Se convertirán en el foco de las acciones militares del Anticristo para someter a su autoridad a todo el mundo.

El libro de Revelación declara que un cuarto de la humanidad morirá en la campaña militar inicial del Anticristo (capítulo 6). Eso es 1.5 billones de personas en términos actuales. Luego, se nos dice que la guerra se extenderá a lo que parece ser un holocausto nuclear y, durante esta segunda fase (capítulos 8 y 9) un tercio de aquéllos restantes morirán. Esos son otros 1.5 billones.

Así que, un total de 3 millones de personas van a ser asesinadas en las guerras del Anticristo durante la primera mitad de la Tribulación. Creo que la mayoría de ellos serán musulmanes.

Esperanza para los árabes

Pero el futuro para los árabes no es del todo sombrío. Ellos deben sufrir por sus pecados, así como el pueblo judío sufrirá durante la Tribulación. Y, al igual que los judíos, un remanente de los árabes surgirá de su sufrimiento con sus corazones vueltos al único y verdadero Dios (Jer. 12:14-17).

La profecía más notable referente a la salvación futura de un remanente árabe está contenida en Isaías 19:16-25. Isaías dice que cuando el Señor hiera a Egipto y a Asiria, ellos se volverán a El y El tendrá compasión de ellos y “los sanará”. Isaías presenta luego un increíble cuadro de Egipto, Asiria e Israel viviendo juntos en paz durante el Milenio, ¡adorando al mismo Dios!

Otra profecía notable se refiere a los árabes que estarán viviendo en la tierra de Israel después de que el Señor regrese. Esta profecía se relaciona con el hecho de que el territorio de Israel será ampliado grandemente cuando Jesús regrese, incorporando muchas de las naciones árabes que hoy existen. (Las fronteras de Israel ampliadas considerablemente durante el Milenio están detalladas en Ezequiel 47:15-20). Asombrosamente, Ezequiel dice que los árabes viviendo en Israel en esa época le será “dada una heredad” de la tierra juntamente con las tribus de Israel (Ezequiel 47:21-23. Vea también Isaías 14:1-2)

El amor de Dios por los árabes

La Biblia dice que el pueblo judío son la “niña de los ojos de Dios” (Zacarías 2:8), pero eso no significa que El no tiene amor por sus primos, los árabes. Así como Dios tiene pactos con los judíos, El tiene un pacto con los pueblos árabes. Usted puede encontrarlo en Génesis 16:11-12 y 17:20-21. En este pacto, Dios prometió hacer de los descendientes de Ismael (los árabes) una gran nación y darles toda la tierra al este de sus hermanos judíos.

Dios ha sido fiel a estas promesas. Hoy hay 22 naciones árabes con una población combinada de 289 millones de personas. Los árabes ocupan un área total de 5.3 millones de millas cuadradas de tierra rica en petróleo. En contraste, sólo hay un estado judío con una población de 5 millones de judíos que están apretujados en tan sólo 8 mil millas cuadradas de espacio. Esa es una tasa poblacional de 58 a 1 y una tasa de tierra de 662 a 1. Los árabes realmente han sido bendecidos.

Nuestro Dios imparcial

Con Dios no hay parcialidad (Ro. 2:11). El escogió a los judíos, no para que fueran un repositorio de Sus bendiciones, sino para que fueran un vehículo a través del cual El bendeciría a todas las naciones del mundo, incluyendo a los árabes. Pero el requisito fundamental para recibir las bendiciones de Dios – para el judío y el árabe, así como para todas las personas – es aceptar el regalo del amor de Dios en Jesús, recibiéndole como Mesías.

Cuando considero las bendiciones que Dios ha dado a los pueblos árabes y la gracia que va a mostrar hacia ellos en el futuro, a pesar de su persecución de Su Pueblo Escogido, me acuerdo de lo que Pablo escribió cuando consideró la gracia de Dios hacia sus hermanos judíos: "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!" (Romanos 11:33).


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Traducido por: Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original:
The Fate of the Muslims

15 abril, 2009

Israel destruye a Damasco, luego Rusia invade

Por Bill Salus


En estos días, no se requiere demasiado polvo para ver que Rusia está grabando llamativamente sus indelebles huellas digitales sobre el Medio Oriente. En una puja para recuperar el estatus de súper potencia, los antiguos moscovitas están formando alianzas sin precedentes con Irán y Siria, los dos enemigos primarios del moderno Israel.

Para aquéllos que no están familiarizados con el profeta Ezequiel del Antiguo Testamento, él anticipa en los capítulos 38 y 39 la llegada de una coalición equipada con armas nucleares dirigida por Rusia e Irán, que invade Israel en los últimos días. Debido a una letanía de notables razones recientes, todos los indicadores apuntan a que este episodio enorme va a ocurrir en un futuro muy cercano.


A pesar de que volúmenes de best-sellers acerca de la invasión de Ezequiel deberían justificadamente llenar pronto los estantes de las librerías en el mundo, estos autores deben tener la precaución de no poner el carro coloquial antes del caballo proverbial.

Efectivamente, Rusia e Irán están listos para hacer sus movimientos, pero, ¿qué acerca de Siria? Siria, quien hoy en día procura junto a Irán los afectos rusos, extrañamente no está incluida entre los 9 miembros élites del consorcio de naciones atacantes. ¿Por qué no? ¿Qué golpea su aljaba de misiles fuera de la ecuación militar de Ezequiel?

Como he documentado en mi libro publicado recientemente, “Isralestine, The Ancients Blueprints of the Future Middle East”, la Biblia aclara absolutamente que en un episodio del Salmo 83 distintamente separado, Damasco, la capital de Siria, pronto deja de ser una ciudad, y posteriormente justo después de eso, Rusia e Irán marchan contra Israel.

Adicionalmente, “Isralestine” explica cómo la destrucción de Damasco, seguida por la invasión anunciada por Ezequiel, prepara el escenario para el periodo final de la Tribulación, en el cual el Anticristo reúne a sus “Armagedonitas” en un esfuerzo de los últimos días por destruir a la raza judía.

Así que hay tres avances programados contra Israel para los tiempos finales, no sólo el de Ezequiel. Primero ocurre Salmos 83, la guerra árabe – israelí; seguida rápidamente por la invasión rusa – iraní de Ezequiel 38 y 39 y, finalmente, la campaña de Armagedón del Anticristo.

Mientras el mundo mira para ver quién será el próximo presidente americano y si Tzipi Livni tendrá una carrera más larga que la de Ariel Sharon y Ehud Olmert como nueva Primer Ministra de Israel, estos tres eventos proféticos poderosos destinados a tener un profundo efecto geopolítico mundial, se están colocando como fichas de dominó que caerán en su orden cronológico específico.

Un evento se superpone sobre otro, y antes de que la humanidad se dé cuenta, ningún “pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos”, serán capaces de vender o comprar sin que se coloquen el chip de computadora del Anticristo en su mano o en su frente; ¡una tecnología que ya existe actualmente! (Ap. 13:16,17)

¡La condenación de Damasco coloca a todos los eventos arriba mencionados en movimiento acelerado! Esta antigua ciudad, que en el presente permite dentro de sus límites a cada agencia terrorista conocida y que tiene el récord mundial de ser la ciudad más continuamente habitada, morderá algún día el polvo divino, de acuerdo con los profetas Amós, Isaías y Jeremías.

La destrucción de Damasco será un evento mundial tan poderoso que Isaías fue instruido a declarar audaz y sucintamente, “profecía sobre Damasco. He aquí que Damasco dejará de ser ciudad, y será montón de ruinas” (Is. 17:1). Isaías anuncia más adelante que las ciudades fortificadas de Siria serán colocadas bajo soberanía israelí (Is. 17:9) Esto sugiere que la fatalidad de Damasco y la conquista de Siria son el resultado de una campaña de la Fuerzas de Defensa Israelí (Nota del traductor: IDF, por sus siglas en inglés)

Amós y Jeremías hacen eco de esta profecía de Isaías de 2,800 años de antigüedad pronunciando proféticamente algunos detalles adicionales que les fueron dados. Amós declara que los edificios de la capital de Siria arderán en llamas y que la nación entera irá en cautiverio (Amós 1:3-5) Jeremías concuerda y declara adicionalmente que la milicia siria será derrotada definitivamente y, en adición, muchos jóvenes morirán en las calles manchadas de sangre de Damasco (Jer. 49:23-27)

Contrario a la reciente retórica sin sentido de que el “Gran Israel no existe más”, de acuerdo con el antiguo Primer Ministro israelí Olmert, y que el “Menor Israel ha expirado”, de acuerdo con el presidente apocalíptico de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, ¡Israel está a punto de volar en pedazos a Damasco! Esto es lo que previene inevitablemente que las flechas de Siria formen parte del arsenal de Rusia.


Así que, en conclusión, si está pensando en viajar a Damasco, o tiene bienes raíces sirios o incluso un tiempo compartido ahí de los que usted quiera deshacerse, ahora es el momento de implementar su plan. La escritura está ciertamente en la pared, en los titulares recientes y en las Sagradas Escrituras, de que la guerra árabe – israelí del Salmo 83 está a punto de ocurrir, y el subproducto de ese conflicto hará que Damasco sea completamente erradicado de los próximos mapas del Medio Oriente.

Traducido por Donald Dolmus

Artículo original: Israel destroys Damascus, then Russia invades
http://isralestine-blog.blogspot.com/2008/09/world-net-daily-exclusive-israel.html

04 abril, 2009

¿Por qué un Milenio?

¿Realmente necesita Jesús regresar a la tierra para reinar?



Cuando empecé a estudiar la profecía bíblica, la pregunta, “¿Qué propósito cumpliría el Milenio?”, realmente me molestaba. La Palabra claramente enseña que el Señor va a regresar a esta tierra para reinar por mil años. Pero yo seguía preguntando, “¿por qué?”

Desde entonces he descubierto que la mayoría de los amilenialistas sienten de esa misma forma. Ellos preguntarán, “¿por qué querría el Señor regresar a este mundo putrefacto? ¿Cuál posiblemente podría ser Su propósito para regresar a este mundo para reinar por mil años? ¿Por qué necesitan el Señor o el mundo un Milenio?”


Mi estudio de la Palabra me ha llevado a la conclusión de que Dios tiene varios propósitos de vital importancia para el Milenio.


Promesas a los judíos

La primera razón por la que debe haber un Milenio es que Dios ha hecho promesas a los judíos que El cumplirá durante esa época.

Dios ha prometido que El reunirá en la tierra de Israel al remanente de judíos que acepten a Jesús como su Mesías al final de la Tribulación (Ezequiel 36:22-28 y Zac. 10:6-9). El derramará Su Espíritu sobre este remanente (Is. 32:15; 44:3), aumentará grandemente su número y su tierra (Ez. 36:10-11; 48:1-29) y los hará la nación más importante de todo el mundo (Is. 60-62).

Servirán como una lección objetiva de la gracia y la misericordia que Dios otorga a aquéllos que se vuelven a El en arrepentimiento: “Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición” (Zac. 8:13).

Zacarías dice que las bendiciones de Dios sobre el remanente judío serán tan grandes en esos días que “…diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío diciendo: ‘Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros’” (Zac. 8:23).


Promesas a la Iglesia

Una segunda razón para el Milenio se relaciona con una promesa que Dios ha hecho a la Iglesia. Dios ha prometido que los Redimidos en Cristo reinarán sobre todas las naciones del mundo.

Esta promesa fue dada a través del profeta Daniel en las siguientes palabras: “Y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán” (Daniel 7:27).

En el Nuevo Testamento, Pablo repitió la misma promesa en los términos más sencillos: “Si sufrimos, también reinaremos con él” (2 Ti. 2:12). Jesús afirmó la promesa en Su carta a la iglesia de Tiatira cuando escribió: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro…” (Ap. 2:26-27).

Cuando Juan fue llevado al Cielo para visitar el salón del trono de Dios, escuchó una hueste celestial entonando un cántico que contenía el siguiente versículo: “Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Ap. 5:10).

Esta promesa a la Iglesia de dominio mundial va a ser cumplida durante el Milenio. Eso es a lo que Jesús se estaba refiriendo en el Sermón del Monte cuando dijo: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mt. 5:5).

Jesús reinará como rey del mundo desde el Monte Sión en Jerusalén (Is. 24:23 y Zac. 14:9). Los Redimidos, en sus cuerpos glorificados, le ayudarán con Su reinado sirviendo a nivel mundial como administradores, jueces y tutores espirituales de aquéllos que entren en la carne al reino – y de sus hijos (Dn. 7:18,27; Jer. 3:15; Lc. 19:11-17)


Promesas a las naciones

Dios ha prometido que vendrá un tiempo cuando las naciones serán provistas con su más grande sueño – a saber, la paz mundial. Éste ha sido un sueño internacional desde el comienzo del tiempo, pero ha demostrado ser imposiblemente evasivo.

Conferencia de paz tras conferencia de paz han sido llevadas a cabo. Múltiples tratados han sido firmados. Organizaciones mundiales han sido formadas. Y aún, la guerra continúa causando estragos a las naciones.

Dios ha prometido darle a la Humanidad y a la tierra un descanso de sus guerras. Pero esa paz no vendrá hasta que el Príncipe de la Paz regrese. Sólo entonces las naciones “volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces”. Sólo entonces veremos el sueño de un mundo donde “no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Is. 2:4).

Dios ha prometido que inundará la tierra con paz, rectitud, justicia y santidad: “La tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Is. 11:9). Incluso las campanillas en los frenillos de los caballos y las ollas de las cocinas llevarán la inscripción “Santidad a Jehová” (Zac. 14:20,21).

Estas gloriosas promesas de paz, reposo y rectitud serán cumplidas durante el Milenio.

Promesas a la Creación

Dios también ha hecho promesas a Su creación, las que cumplirá durante el Milenio. Dios ha prometido remover la maldición que puso sobre la creación debido al pecado del Hombre. Él ha prometido liberar a la creación de su atadura de corrupción y restaurarla a su belleza, balance y paz originales (Ro. 8:18-23).

Los animales carnívoros se convertirán en herbívoros (Is. 11:6). Los animales mortíferos dejarán de ser venenosos (Is. 11:8-9). El reino vegetal florecerá y producirá abundantemente (Is. 35 y Ez. 34:25.31). La tierra de Israel será transformada tan radicalmente que los visitantes proclamarán en asombro: “Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén” (Ez. 36:35).

Promesas a Jesús

La razón más importante para el Milenio es que Dios va a usarlo para cumplir las promesas que ha hecho a Su Hijo.

Dios le ha prometido a Jesús que será glorificado en la historia para compensarlo en parte por Su humillación en la historia. La Biblia dice a quemarropa que Jesús regresará para manifestar Su gloria (Is. 24:23; 66:18-19; 2 Tes. 1:7-10).

Dios también ha prometido que le dará a Jesús dominio sobre todo el mundo y que El reinará sobre todas las naciones desde el Monte Sión en Jerusalén (Dn. 7:13-14; Is. 2:2-4; Zac. 14:1-9).

El Salmo 2 presenta un buen resumen de estas promesas. Comienza examinando la rebelión de los líderes políticos del mundo contra Dios y Su Hijo, mencionado en el pasaje como “Su Ungido” (versículos 1-2). Este salmo describe el desprecio de éstos hacia el Señor (versículo 3).

Pero el salmo dice que Dios está sentado en los cielos y se ríe y se burla de ellos porque El ha señalado un día de cuentas cuando “los aterrará en Su furor” (versículo 5). Ese será el día cuando El ponga a Jesús como “Rey sobre Sión” (versículo 6).

Después habla Jesús y cuenta de la promesa que Su Padre le ha hecho: “Yo publicaré el decreto; el Señor me ha dicho: Mi Hijo eres Tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro…” (Salmo 2:7-9).

Debe mantenerse presente que Jesús actualmente es un “rey en espera”. Al igual que el Rey David, quien tuvo que esperar muchos años después de que fue ungido antes de que pudiera convertirse en rey de Israel, Jesús ha sido ungido Rey de reyes y Señor de señores, pero aún no ha empezado a gobernar.

Actualmente está actuando como nuestro Sumo Sacerdote ante el trono de Dios (Heb. 8:1). El está esperando la orden de Su Padre para regresar y reclamar todos los reinos de este mundo (Heb. 2:5-9 y Ap. 19:11-16).

Una razón final

Hay otro propósito para el Milenio que debería tenerse en cuenta. Creo que Dios va a usar el Milenio para demostrarle al Hombre de una vez por todas que la religión de Satanás, el Humanismo, está totalmente en bancarrota.

Todos los Humanistas, sin importar su etiqueta política o teológica, coinciden en que la fuente del mal en el mundo es externa al Hombre. Miran al mal arraigado en la corrupción de la sociedad. Creen que la solución a todos los problemas del Hombre puede encontrarse en una reforma social.

Tome, como un ejemplo, su actitud hacia el crimen. Ellos creen que la sociedad es la causa raíz del crimen. Todo lo que tenemos que hacer para eliminar el crimen, argumentan, es proveerles a las personas un trabajo garantizado que les suplirá el ingreso suficiente, de modo que puedan vivir en un bonito suburbio.

Pero tales reformas no transforman la naturaleza básica de las personas. En el gueto, un hombre pagará 25 dólares por una prostituta. En el suburbio, perseguirá a la esposa de su vecino. En el gueto, lanzará una piedra a una ventana y robará un aparato de televisión. En el suburbio, se pondrá su traje de tres piezas, irá a la oficina, manipulará la computadora y desfalcará un millón de dólares.

Usted no cambia la naturaleza básica de las personas cambiando su ambiente. Cambiar su ambiente simplemente los convierte en pecadores más sofisticados.

El enfoque Humanista es absolutamente contrario a las Escrituras. La Palabra de Dios enseña que la fuente del mal está arraigada en la naturaleza caída del Hombre y que es el Hombre, no la sociedad, quien necesita ser cambiado (Gn. 8:21; Jer. 17:9-10; Mr. 7:20-23). La Palabra también enseña que la única manera en que este cambio puede ocurrir es a través de la labor del Espíritu Santo dentro de una persona que ha puesto su fe en Jesús.

Dios va a demostrar este punto usando el Milenio como un gran laboratorio experimental. Va a colocar a la Humanidad en un ambiente perfecto de paz y prosperidad durante mil años. Satanás estará atado. La rectitud abundará.

Sin embargo, al final, cuando Satanás sea soltado, la mayoría de las personas se unirán a él cuando llame a las naciones a rebelarse contra Jesús (Ap. 20:7-10). El Milenio demostrará que el Hombre no necesita una nueva sociedad, sino un nuevo corazón.

Esencial para el Plan Maestro

El Milenio es esencial para el cumplimiento de todas las promesas que Dios ha hecho a los judíos, la Iglesia, las naciones y la creación.

También es esencial para Su determinación de demostrar que la fuente de todo mal es la naturaleza caída del Hombre, no la corrupción de la sociedad, y que la única esperanza para este mundo es Jesús, no reformas políticas.

Más importante, el Milenio es esencial para el propósito de Dios de glorificar a Su Hijo. El va a manifestar la gloria de Jesús ante Sus santos redimidos y ante todas las naciones del mundo.

“Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti. Porque de Jehová es el reino y El regirá las naciones… La posteridad le servirá.; esto será contado de Jehová hasta la postrera generación. Vendrán y anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que El hizo esto” (Salmo 22:27-31).

La Fidelidad de Dios

El Creador de este universo es un Dios de pactos que es fiel a todas Sus promesas. El no puede mentir (Heb. 6:18). El no puede olvidar una promesa (Dt. 4:31). El es fiel incluso cuando nosotros somos infieles (2 Ti. 2:13)

Así como El cumplió todas las promesas relacionadas con la Primera Venida de Su Hijo, El va a cumplir todas aquéllas que se relacionan con Su Segunda Venida, incluyendo la promesa de un reinado milenial.

Muchos en la Iglesia pueden ignorar Sus promesas aún no cumplidas. Otros pueden haberlas olvidado. Pero Dios no lo ha hecho. El pretende cumplir cada una de ellas.

Tenemos el privilegio de vivir en una época en la que podemos ser testigos de la forma en que Dios está orquestando los eventos de este mundo hacia el cumplimiento de todas las promesas en Su plan maestro.

Engrandeced a nuestro Dios.
El es la Roca, cuya obra es perfecta,
Porque todos sus caminos son rectitud;
Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en El;
Es justo y recto.
(Dt. 32: 3b-4)

Preguntas rápidas acerca del Milenio

1) ¿Quiénes poblarán la tierra durante el Milenio?

A aquéllos que estén vivos al final de la Tribulación y que hayan aceptado a Jesús como su Señor y Salvador se les permitirá entrar al Milenio en la carne (Mt. 25:3-46). Todos los incrédulos sobrevivientes serán consignados a la muerte (Lc. 17:26-37).

Éste será un pequeño número de personas, porque la mayoría de aquellos que pongan su fe en Jesús durante la Tribulación serán martirizados por su fe (Ap. 7:9-14).

Los creyentes que entren al Milenio en la carne empezarán a propagarse, y la población del mundo crecerá exponencialmente. La razón por la que el crecimiento será tan rápido se deberá a que los lapsos de vida se expandirán y la muerte será reducida.

Isaías dice que la gente vivirá tanto como un árbol (Is. 65:22) y ya no habrá más infantes que vivan sólo unos pocos días (Is. 65:20). Aquéllos que mueran a los 100 años de edad serán considerados jóvenes y sólo aquéllos que rechacen aceptar al Señor morirán a esa edad (Is. 65:20). La implicación de la profecía de Isaías es que durante el Milenio el lapso de vida de aquéllos en la carne regresará a cómo era antes del diluvio, cuando las personas vivían entre 800 y 1000 años. Si esto es así, entonces para el final del Milenio la población de la tierra podría exceder fácilmente los 6 billones actuales.

2) ¿El Milenio se llevará a cabo en esta tierra o en una nueva?

El reinado Milenial de Jesús se llevará a cabo sobre esta tierra, pero la tierra será grandemente cambiada en su naturaleza.

La primera tierra, la tierra de Adán y Eva, era perfecta. No había plantas o animales venenosos. No había animales carnívoros. No había cataclismos naturales como terremotos, maremotos o huracanes. El Hombre y la naturaleza vivían juntos en perfecta armonía.

Pero cuando el Hombre pecó, Dios puso una maldición sobre la tierra y la naturaleza de la tierra cambió radicalmente. La muerte entró al mundo. La naturaleza se volvió contra la Humanidad. Esta nueva tierra, la número 2, existió hasta la época de Noé.

Cuando ocurrió el diluvió universal, esta segunda tierra fue “destruida” (2 P. 3:6) en el sentido que cambió radicalmente otra vez. La capa de vapor de la tierra colapsó, su masa terrestre se separó en continentes, la tierra giró sobre sus ejes y la presión del agua forzó la formación de nuevas cordilleras montañosas. Hemos estado viviendo en la tierra número tres desde entonces.

Cuando Jesús regrese a reinar, la tierra cambiará radicalmente una vez más. Los agentes de cambio serán terremotos y fenómenos sobrenaturales en los cielos (Ap. 6:12-14). Todas las islas serán movidas (Ap. 16:18-20). Cada valle será alzado y cada monte será bajado (Is. 40:4). La topografía de Israel cambiará radicalmente, con Jerusalén convirtiéndose en el lugar más alto sobre la tierra (Is. 2:2)


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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original:
Why a Millennium?